"Agua y respeto": la protesta indígena que desafió a Insfrán en el oeste formoseño
La comunidad Toba en Pozo de Maza protagonizó una de las manifestaciones más tensas de los últimos años contra el gobernador Gildo Insfrán. Con reclamos históricos por agua potable, respeto y participación real, el episodio expuso el hartazgo de los pueblos originarios frente a la gestión provincial y la reciente reforma constitucional que los dejó fuera.

Un acto proselitista que terminó en tensión
En Pozo de Maza, el oeste formoseño fue escenario de una de las protestas más fuertes de los últimos años contra la gestión del gobernador Gildo Insfrán. Bajo la consigna "Agua y respeto", la comunidad Toba marcó la cancha frente a las promesas incumplidas, la falta de diálogo y la ausencia de respuestas concretas, negándose a ingresar al predio donde se desarrollaba el acto proselitista del mandatario.
Los originarios se manifestaron fuera del lugar, rodeando la camioneta oficial en la que Insfrán debía retirarse. Desde la tribuna, el gobernador intentó disciplinar a los referentes originarios y lanzó frases desafiantes. A uno de los líderes Tobas, hijo de un cacique enfermo, le advirtió: "Sos muy pendejo todavía para hacerte el rebelde, yo le conozco a tu papá". Y, en tono admonitorio, agregó: "Por capricho y de prepo no se consigue nada".
Desde afuera, la respuesta fue inmediata: "Si mentir y usar a la gente es ser libertario: vos sos libertario", le gritaron mientras advertían que "el cambio está por venir".
Salida bajo custodia policial
Al finalizar el acto, Insfrán se retiró del lugar con fuerte custodia policial. No saludó ni escuchó a los manifestantes, lo que incrementó aún más el enojo de los originarios, quienes lo acusaron de "darles la espalda" y de "usarlos en épocas de elecciones". Rodeando su camioneta, le recriminaron su desinterés y aseguraron que esta vez "esto va a cambiar en serio, esta vez".
Tras la partida del gobernador, dirigentes wichí se solidarizaron con sus hermanos tobas y, en una improvisada asamblea, advirtieron: "El gobernador nos da la espalda, le importa un pito nuestros reclamos. Si no hay respuesta, no hay votos. Votamos Cambiemos". La escena dejó al descubierto la creciente tensión social y política en el oeste formoseño.
Un episodio que expone el hartazgo
Lo ocurrido en Pozo de Maza reflejó el hartazgo y la fractura de confianza entre las comunidades originarias y el gobierno provincial. A casi cuatro décadas de gestión, los reclamos por agua, infraestructura y respeto siguen vigentes y la paciencia parece haberse agotado.
La reciente reforma de la Constitución de Formosa profundizó ese malestar. El proceso, que culminó con la jura del nuevo texto el pasado 10 de septiembre, dejó afuera las demandas históricas de los pueblos Wichí, Qom, Pilagá y Nivaĉle, quienes habían presentado una propuesta consensuada para actualizar sus derechos.
Promocionada como una "modernización institucional", la reforma fue calificada de regresiva por las organizaciones indígenas. El único cambio referido a sus derechos fue meramente formal: el artículo 79, que los reconocía de manera limitada, pasó a ser el artículo 56 sin modificaciones de fondo.
La propuesta histórica que nunca fue debatida
Durante más de un año, las comunidades originarias realizaron consultas y asambleas pluriétnicas que concluyeron en una propuesta concreta de reforma: reconocimiento de la preexistencia, educación bilingüe e intercultural en todos los niveles, personería jurídica por preexistencia, propiedad comunitaria inalienable de las tierras y el derecho a la Consulta Libre, Previa e Informada.
La propuesta ingresó formalmente a la Convención Constituyente, pero, según denuncian las organizaciones, "nunca fue debatida". Tampoco se convocó a los representantes indígenas a las comisiones, ni se les dio respuesta institucional.
En un comunicado conjunto, entidades como la Asociación para la Promoción de la Cultura y el Desarrollo (APCD), el Equipo Diocesano de Pastoral Aborigen y ENDEPA expresaron su "profunda decepción" y denunciaron que "una vez más el pueblo interesado y movilizado pacíficamente, sin distinción de sectores religiosos o políticos, fue ignorado y burlado".
El compromiso de seguir la lucha
Las organizaciones sociales advirtieron que Formosa perdió una oportunidad histórica de avanzar hacia una provincia pluriétnica y multicultural. La situación es aún más grave para el pueblo Nivaĉle, que ni siquiera cuenta con reconocimiento oficial.
Pese al desaire, ratificaron que la lucha continúa: "Repudiamos de manera enérgica este tipo de acciones y actitudes, que siguen desgastando nuestra democracia. No es desde la soberbia y la sordera institucional que se hace grande una provincia o un país".
"La lucha no la vamos a abandonar, vamos a seguir caminando junto a los 4 Pueblos Indígenas de esta provincia… En las comunidades, como siempre, soñando juntos, no conocemos otra manera", finalizó.