Es bueno saberlo: Argentina es un "coto de caza" usufructuado por un puñado de corporaciones y familias
Argentina es un "coto de caza" privado en el cual un puñado de corporaciones y familias vive alegremente de expoliar a la mayor parte de la población que, en muchas ocasiones, ni siquiera llega a poder percibir los muros que conforman el perímetro del predio.

Cuando se produce algún desajuste macroeconómico importante, los administradores del "coto de caza" se frotan las manos porque saben que el botín se incrementará de manera significativa.
Veamos un ejemplo sencillo. Café Starbucks. Paquete de 250 gramos. En Uruguay se comercializa a un equivalente a 10,7 dólares (que son 8,6 con la promoción del supermercado). En la Argentina se vende a 22,5 dólares si se considera el tipo de cambio oficial y 18,3 dólares con el "contado con liquidación".
Un desarbitraje tan bestial en apenas unos pocos kilómetros de distancia representa una especie de "remake" patético de la "cortina de hierro" entre la Alemania oriental y la occidental.
Cada tanto los gobernantes argentinos de turno se alarman ante semejantes abusos y empiezan a escudriñar soluciones "mágicas" para intentar solucionar el problema. Massa quiso usar el Mercado Central de Buenos Aires para importar alimentos. Ahora Caputo instrumentó facilidades cambiarias e impositivas, que al final del día representan una suerte de "subsidio" a los importadores.
Se trata siempre de medidas desesperadas que, tal como ocurrió con los pollos de Mazzorín, siempre van a terminar fracasando. Porque la solución no es abrir una compuerta temporal en el "coto de caza". La solución es directamente dinamitarlo por completo.
Parte del problema lo generó el propio gobierno de Javier Milei al no sólo no liquidar el impuesto PAIS a las importaciones, sino incluso aumentarlo al 17,5% para incrementar así la altura de las murallas del "coto de caza".
Buena parte de los ladrillos del "coto de caza" corresponden a la apropiación de las divisas de los exportadores por parte del Banco Central (BCRA). Si bien la actual administración asegura que quiere terminar con esa práctica indebida, la misma sigue vigente y de hecho se empleará ahora para intentar "subsidiar" la importación de alimentos.
El problema será recurrente porque, aún quitando del medio la "tajada" que se lleva el Estado, los administradores del "coto de caza" son por demás angurrientos y la población está hace décadas programada mentalmente para aceptar el yugo.
Argentina necesita cortar de cuajo con el "coto de caza" para comenzar a transitar un camino similar al emprendido por Australia en los años ’80. Por entonces esa nación tenía una economía cerrada similar a la presente actualmente en la Argentina y, como consecuencia inevitable, había inflación, desempleo y desánimo.
Pero en 1983 fue elegido un nuevo gobierno encabezado por un sindicalista, Bob Hawke, quien permaneció en el poder hasta 1991 para eliminar –una por una– todas las protecciones que impedían la libre importación de muchos bienes (como vehículos, vestimenta y calzado) y focalizarse en incrementar las exportaciones en las áreas en las cuales los australianos son competitivos (como minerales, trigo, carnes o vinos). El resultado: un progreso económico colosal.
Con un Tratado de Libre Comercio (TLC), por ejemplo, con Vietnam, Argentina podría vender mucho de lo que ese país necesita –como harina de soja, maíz, alimentos balanceados o carne porcina– en mejores condiciones, para que Argentina, como contrapartida, pueda importar mucho de lo requiere libre de aranceles.
Podrías, mientras lees este artículo, estar bebiendo un café vietnamita delicioso, sin necesidad de pagar fortunas por el mismo, además de generar oportunidades comerciales a través del TLC que promuevan la generación de riqueza y empleos.
Mientras tanto, hasta que eso no suceda, los argentinos seguiremos viviendo dentro del "coto de caza", trabajando dos o tres veces más que los ciudadanos de los países vecinos para poder comprar lo mismo, dejando la vida para engordar las billeteras colapsadas de unos pocos. Y cada tanto, algún funcionario dirá que implementará una medida paliativa para abrir un boquete en el "coto de caza". Pero todo seguirá igual.